Desarrollo psicológico del niño de 0 a 1 años
En este primer año destacan las funciones biológicas de auto -conservación. La primera relación que el niño desarrolla con su entorno es la relacionada con la función oral- alimenticia. Esta función es la primera fuente de satisfacción, así como la primera vía de descarga de las tensiones internas del niño. La succión y el morder van a ser sus dos actividades más importantes como forma de exploración del mundo que le rodea.
En lo que respecta a la alimentación del bebé, la madre podrá optar por la lactancia natural o la artificial. Es, sin duda, el alimentar al niño con afecto y receptividad a sus necesidades lo que favorecerá su normal desarrollo psicológico. Durante la mayor parte del primer año, el lactante no puede distinguir claramente si el biberón forma parte o no del cuerpo materno. De ahí, que la lactancia artificial no pueda ser causa de alteraciones en las relaciones madre-hijo. El único peligro estará (sin entrar en el aspecto nutricional, de inmunización, tan importante de la lactancia materna) en que la madre no desarrolle la empatía y relación adecuada con el niño, algo mucho más potenciado con la lactancia materna y que, por supuesto, recomendamos si es posible la elección. Con la lactancia se completará el ciclo de la maternidad. Al margen de todo ello, uno de los factores más importantes para que el momento del alimento sea "exitoso" es la receptividad y el interés de la madre en dicho acto. La sensibilidad de la madre o su sustituta a los mensajes del niño, influirá en la irritabilidad de éste (se mostrará más o menos llorón) y en su predisposición a iniciarse en la comunicación.
En este 1er año, se van a ir organizando los distintos ritmos de sueño-vigilia-alimentación; por lo que será conveniente observarlos, para poder respetar al máximo la demanda del bebé. También van a ir apareciendo toda una serie de estadios o fases que supondrán un avance, tanto cualitativo como cuantitativo en el desarrollo infantil; y cada fase no desaparecerá frente a la siguiente, sino que se prolongará en ella y se interrelacionará complejizando dicha evolución.
En el 1er nivel o estadio reflejo (de 0-3 meses) ya no habrá una total dependencia biológica como en la vida fetal, en el sentido de que sus necesidades ya no serán satisfechas de forma automática: habrá mayor o menor demora, con la consiguiente sensación de privación o "sufrimiento" ante la espera. El segundo nivel o “etapa del suelo”, constituye una etapa básica para educar y disfrutar del cuerpo, sobre todo a partir de los 4 meses. Aquí serán el movimiento y el desplazamiento en el espacio, los que le van a hacer avanzar en su desarrollo. Favoreceremos su movilidad colocándolo acostado sobre una superficie amplia y ligeramente acolchada, que le permita ejercitar y descubrir las posibilidades de su cuerpo. De esta forma, habrá una evolución que irá desde la ausencia total de movimientos voluntarios hasta una progresiva autonomía que logrará con la adquisición de la marcha. El bebé descubrirá el volteo, es decir, la capacidad de darse la vuelta por sí mismo, pasando del boca-arriba al boca-abajo y viceversa. El tono de los músculos de su cuello se irán fortaleciendo, así como sus glúteos y sus lumbares, lo que va encaminado a permitirle la sedestación, inicialmente con apoyo, para pasar después a mantenerse sentado sin ayuda. La sedestación le permitirá mejorar la manipulación con las manos; mientras que la vista y el oido irán quitando protagonismo a la boca como medio de exploración de las características de las cosas. Sus sentidos van a ir madurando con sus experiencias, irá descubriendo distintas partes de su cuerpo. Tras el volteo, descubrirá la posibilidad de "arrastrarse", primero circularmente (girando sobre su abdomen) y luego reptando. Asimismo, la mano va a ir logrando el agarrado de los objetos, lo cual le permitirá manipularlos. También empezará a reconocer rostros conocidos y reaccionará con lloros frente a los extraños. Alrededor del último trimestre, se iniciará en el gateo, para acabar en la bipedestación alrededor del año.
El bebé irá expresando sus necesidades mediante gestos, actitudes y contactos visuales que provocarán reacciones en su entorno, dándose así un intercambio afectivo con los demás. Sus emociones irán cambiando y se irán diversificando, así como la expresión de éstas sobre el cuerpo, a través del tono muscular y de la tensión. El lenguaje del cuerpo será, pues, su primer lenguaje. Estas necesidades deberán ser atendidas, sin adelantar ni retrasar demasiado su satisfacción, cuidando a la vez la relación afectiva con el niño: acariciándole, hablándole. Cuando hablamos de sus necesidades nos referimos no sólo a las biológicas, sino también y principalmente a las psíquicas, las afectivas, a las de sentirse querido. De aquí, surgirán las bases de su sentimiento de seguridad y de su futura capacidad de amar; sólo será capaz de amar desinteresadamente, si él también se ha sentido amado, y no sólo cuidado.
También a lo largo de este primer año, se producirá la adquisición del lenguaje. Sobre los dos a tres meses, se observa un aumento en la calidad y variedad de las vocalizaciones, dando lugar al balbuceo. A lo largo de la segunda mitad de este año, el bebé irá dejando de utilizar ciertos sonidos, para centrarse en pronunciar aquellos que pertenecen a la lengua de su entorno. Alrededor del año (hablamos en términos medios) se producirá la emisión de la 1ª palabra.
En lo que respecta a la alimentación del bebé, la madre podrá optar por la lactancia natural o la artificial. Es, sin duda, el alimentar al niño con afecto y receptividad a sus necesidades lo que favorecerá su normal desarrollo psicológico. Durante la mayor parte del primer año, el lactante no puede distinguir claramente si el biberón forma parte o no del cuerpo materno. De ahí, que la lactancia artificial no pueda ser causa de alteraciones en las relaciones madre-hijo. El único peligro estará (sin entrar en el aspecto nutricional, de inmunización, tan importante de la lactancia materna) en que la madre no desarrolle la empatía y relación adecuada con el niño, algo mucho más potenciado con la lactancia materna y que, por supuesto, recomendamos si es posible la elección. Con la lactancia se completará el ciclo de la maternidad. Al margen de todo ello, uno de los factores más importantes para que el momento del alimento sea "exitoso" es la receptividad y el interés de la madre en dicho acto. La sensibilidad de la madre o su sustituta a los mensajes del niño, influirá en la irritabilidad de éste (se mostrará más o menos llorón) y en su predisposición a iniciarse en la comunicación.
En este 1er año, se van a ir organizando los distintos ritmos de sueño-vigilia-alimentación; por lo que será conveniente observarlos, para poder respetar al máximo la demanda del bebé. También van a ir apareciendo toda una serie de estadios o fases que supondrán un avance, tanto cualitativo como cuantitativo en el desarrollo infantil; y cada fase no desaparecerá frente a la siguiente, sino que se prolongará en ella y se interrelacionará complejizando dicha evolución.
En el 1er nivel o estadio reflejo (de 0-3 meses) ya no habrá una total dependencia biológica como en la vida fetal, en el sentido de que sus necesidades ya no serán satisfechas de forma automática: habrá mayor o menor demora, con la consiguiente sensación de privación o "sufrimiento" ante la espera. El segundo nivel o “etapa del suelo”, constituye una etapa básica para educar y disfrutar del cuerpo, sobre todo a partir de los 4 meses. Aquí serán el movimiento y el desplazamiento en el espacio, los que le van a hacer avanzar en su desarrollo. Favoreceremos su movilidad colocándolo acostado sobre una superficie amplia y ligeramente acolchada, que le permita ejercitar y descubrir las posibilidades de su cuerpo. De esta forma, habrá una evolución que irá desde la ausencia total de movimientos voluntarios hasta una progresiva autonomía que logrará con la adquisición de la marcha. El bebé descubrirá el volteo, es decir, la capacidad de darse la vuelta por sí mismo, pasando del boca-arriba al boca-abajo y viceversa. El tono de los músculos de su cuello se irán fortaleciendo, así como sus glúteos y sus lumbares, lo que va encaminado a permitirle la sedestación, inicialmente con apoyo, para pasar después a mantenerse sentado sin ayuda. La sedestación le permitirá mejorar la manipulación con las manos; mientras que la vista y el oido irán quitando protagonismo a la boca como medio de exploración de las características de las cosas. Sus sentidos van a ir madurando con sus experiencias, irá descubriendo distintas partes de su cuerpo. Tras el volteo, descubrirá la posibilidad de "arrastrarse", primero circularmente (girando sobre su abdomen) y luego reptando. Asimismo, la mano va a ir logrando el agarrado de los objetos, lo cual le permitirá manipularlos. También empezará a reconocer rostros conocidos y reaccionará con lloros frente a los extraños. Alrededor del último trimestre, se iniciará en el gateo, para acabar en la bipedestación alrededor del año.
El bebé irá expresando sus necesidades mediante gestos, actitudes y contactos visuales que provocarán reacciones en su entorno, dándose así un intercambio afectivo con los demás. Sus emociones irán cambiando y se irán diversificando, así como la expresión de éstas sobre el cuerpo, a través del tono muscular y de la tensión. El lenguaje del cuerpo será, pues, su primer lenguaje. Estas necesidades deberán ser atendidas, sin adelantar ni retrasar demasiado su satisfacción, cuidando a la vez la relación afectiva con el niño: acariciándole, hablándole. Cuando hablamos de sus necesidades nos referimos no sólo a las biológicas, sino también y principalmente a las psíquicas, las afectivas, a las de sentirse querido. De aquí, surgirán las bases de su sentimiento de seguridad y de su futura capacidad de amar; sólo será capaz de amar desinteresadamente, si él también se ha sentido amado, y no sólo cuidado.
También a lo largo de este primer año, se producirá la adquisición del lenguaje. Sobre los dos a tres meses, se observa un aumento en la calidad y variedad de las vocalizaciones, dando lugar al balbuceo. A lo largo de la segunda mitad de este año, el bebé irá dejando de utilizar ciertos sonidos, para centrarse en pronunciar aquellos que pertenecen a la lengua de su entorno. Alrededor del año (hablamos en términos medios) se producirá la emisión de la 1ª palabra.
Desarrollo psicológico del niño de 1 a 2 años
Este período está básicamente orientado a establecer relaciones con el mundo exterior. El niño se adapta a situaciones nuevas, no sólo utilizando esquemas ya adquiridos, sino buscando y encontrando medios nuevos. Inicia la conquista de su autonomía, manteniéndose de pie y dando sus primeros pasos, cada vez con mayor seguridad. Es aconsejable preparar el espacio para sus avances evitando los peligros, de modo de evitar al máximo el uso de prohibiciones innecesarias que sólo conseguirán reprimir su natural curiosidad. También a esta edad comienza a interiorizar ciertas prohibiciones, motivo por el cual interesa que éstas sean pocas, fundamentales y permanentes, lo que le dará seguridad y confianza, ayudándole a estructurar sus pautas de comportamiento.
Se observan enormes progresos de control y dominio general del cuerpo. Alrededor del año y medio, complejiza sus habilidades en el andar: lo hace hacia atrás, pisa pequeños objetos del suelo y otras acciones similares. Sólo cuando el andar se haya automatizado, dejará de ser interesante como tal para él. El andar va a permitir al niño orientarse en el espacio, conocer más y mejor los objetos de su alcance y manipular mucho más.
A esta edad, aprenderá la función que tiene cada objeto, que es lo que se conoce como "actividad objetal", vale decir, le dará a cada objeto, el uso que le corresponde. Asimismo, el lenguaje se irá desarrollando de forma importante, sobre todo a partir del año y medio. Es crucial que el niño vaya ejercitando este aprendizaje con un adulto, para lo cual se puede aprovechar su creciente interés por los cuentos. De esta manera, el niño irá perfeccionando la comprensión del lenguaje, y desarrollando el suyo propio. Es importante destacar que en este período existe un desfase entre la comprensión y la producción del mismo, ya que la primera está más avanzada que la segunda. Si más allá de los dieciocho meses, no se ha producido la emisión de la primera palabra, será necesario consultar a un especialista infantil.
En el segundo año se consolida la actitud del niño ante la limpieza, ya que se produce, a finales de éste, el control de los esfínteres. Para ello y para que esa actitud sea positiva, se le debe facilitar el juego con elementos tales como arena, barro y agua, dejándole libertad de exploración. No se le deben imponer hábitos de limpieza, sino que ayudarle para que éstos se vayan formando.
En esta etapa el niño va a mostrar mucha avidez e inquietud por conocerlo todo, y su curiosidad le llevará también a explorar diferentes partes de su cuerpo. Es alrededor de los 2 años que surge el "no" como organizador de la conducta. Es la etapa de la negación frente a todo, y también ante la comida: ello puede convertir el momento de comer en un acto realmente difícil. Ha de tenerse presente que el "tocar" es, especialmente en estos momentos, una necesidad normal en su desarrollo, y la comida quedará también incluida en este sentido. Por lo mismo, se debe intentar, en lo posible, ser permisivo en este sentido.
Se observan enormes progresos de control y dominio general del cuerpo. Alrededor del año y medio, complejiza sus habilidades en el andar: lo hace hacia atrás, pisa pequeños objetos del suelo y otras acciones similares. Sólo cuando el andar se haya automatizado, dejará de ser interesante como tal para él. El andar va a permitir al niño orientarse en el espacio, conocer más y mejor los objetos de su alcance y manipular mucho más.
A esta edad, aprenderá la función que tiene cada objeto, que es lo que se conoce como "actividad objetal", vale decir, le dará a cada objeto, el uso que le corresponde. Asimismo, el lenguaje se irá desarrollando de forma importante, sobre todo a partir del año y medio. Es crucial que el niño vaya ejercitando este aprendizaje con un adulto, para lo cual se puede aprovechar su creciente interés por los cuentos. De esta manera, el niño irá perfeccionando la comprensión del lenguaje, y desarrollando el suyo propio. Es importante destacar que en este período existe un desfase entre la comprensión y la producción del mismo, ya que la primera está más avanzada que la segunda. Si más allá de los dieciocho meses, no se ha producido la emisión de la primera palabra, será necesario consultar a un especialista infantil.
En el segundo año se consolida la actitud del niño ante la limpieza, ya que se produce, a finales de éste, el control de los esfínteres. Para ello y para que esa actitud sea positiva, se le debe facilitar el juego con elementos tales como arena, barro y agua, dejándole libertad de exploración. No se le deben imponer hábitos de limpieza, sino que ayudarle para que éstos se vayan formando.
En esta etapa el niño va a mostrar mucha avidez e inquietud por conocerlo todo, y su curiosidad le llevará también a explorar diferentes partes de su cuerpo. Es alrededor de los 2 años que surge el "no" como organizador de la conducta. Es la etapa de la negación frente a todo, y también ante la comida: ello puede convertir el momento de comer en un acto realmente difícil. Ha de tenerse presente que el "tocar" es, especialmente en estos momentos, una necesidad normal en su desarrollo, y la comida quedará también incluida en este sentido. Por lo mismo, se debe intentar, en lo posible, ser permisivo en este sentido.
Desarrollo psicológico del niño de 2 a 3 años
Alrededor de los 2 años, el Sistema Nervioso del niño alcanza la madurez necesaria para acceder a nuevos aprendizajes y coordinar mejor sus movimientos, pero no para desarrollar su capacidad de detener la acción y de controlar su voluntad. Es por esto que le es más fácil comenzar una acción, que dejar de hacerla, lo que hace que, en ciertos momentos, pueda hacer rabietas, pegar y/o morder, dar patadas, etc. También a esta edad el control de su postura le permite ponerse de puntillas, intentar mantenerse sobre un pie, apilar en equilibrio más cubos que antes, y otras acciones similares. El movimiento es para él una necesidad, así como una fuente de placer.
Una nueva adquisición señalará un importante avance en la autonomía del niño, como resultado de su madurez. Se va a ir produciendo el control, diurno sobre todo, de los esfínteres y, alrededor de los dos años y medio, también el control nocturno. Esta adquisición será aún frágil, de manera que cualquier cambio en el entorno del niño puede hacerle retroceder. En ese caso, se hace necesario ser muy comprensivo con él y no dramatizar más de la cuenta pues, en breve, volverá a recuperar dicho control.
Para que el niño vaya avanzando en su autonomía, habrá que asegurar que su curiosidad natural no se vea frenada, siempre y cuando no se ponga en peligro su seguridad ni la de los demás. Será esta curiosidad la que le impulsará a seguir aprendiendo. En la medida de lo posible, no deje a su alcance objetos susceptibles de prohibírsele, por peligrosos o frágiles. Si ello ocurre, es más conveniente distraer su interés hacia otro objeto antes que usar la prohibición.
El niño entra ahora en la llamada "fase del negativismo" o de oposición, en la que la actitud predominante va a ser de protesta o negación ante lo que se le dice o se pretende que haga. Su afán por demostrar su independencia, le hará a veces hacer sólo cosas prohibidas. El conocer la existencia de esta "crisis de los tres años" hará su obstinación más llevadera y comprensible. Un enfrentamiento rígido y abierto a su oposición sólo hará más difíciles las cosas y no le ayudará a superar esta fase. Si entra en rabietas, por pretender la satisfacción inmediata de sus deseos, habrá que intentar mantener la calma, sin intentar razonar con él, ni pegarle, y dejar pasar el momento crítico sin ceder en el motivo que la ha generado.
El niño de esta edad, generalmente, juega solo o junto a otro niño, en paralelo. No sabe aún compartir sus juegos ni sus juguetes con otros niños. Durante el mismo, cambiará con frecuencia de una actividad a otra, aunque predominarán las llamadas"actividades motoras importantes", tales como correr, trepar, arrastrar, y otras similares. En esta "edad mágica", el niño creerá todo lo que se dice. De ahí, que no debamos abusar de su credulidad: jamás le amenazaremos con la presencia de personajes malvados, ni con nuestro abandono o pérdida de nuestro afecto, pues el niño teme ser realmente abandonado. Es por ello que no debe utilizarse el miedo para hacerle desistir de aquellas conductas "no convenientes".
En este período, existe entre los niños gran desigualdad respecto al lenguaje. La estimulación del medio marca las diferencias, así como el nivel de inteligencia y de afectividad del niño. A esta edad, el vocabulario aumenta considerablemente: se pasa de las 150 palabras (a los dos años) a unas 1500 (a los tres años), aproximadamente. Podemos contribuir a enriquecer su lenguaje, hablándole, describiéndole las cosas que ve, lo que hace o ve hacer, siempre pronunciando con claridad y respondiendo a sus constantes preguntas. También es importante procurar no anticiparse a sus deseos antes de que los exprese verbalmente, ya que ello le llevará a ejercitar más el lenguaje.
El niño empezará a conocerse a sí mismo al final del segundo año, primero exteriormente, y luego interiormente. A los dos años reconocerá a otras personas. No debe olvidarse que los padres son los modelos a seguir por lo que hacen más que por lo que dicen. Asimismo, es conveniente favorecer el acercamiento del padre del mismo sexo al niño, para ir favoreciendo su identidad.
Una nueva adquisición señalará un importante avance en la autonomía del niño, como resultado de su madurez. Se va a ir produciendo el control, diurno sobre todo, de los esfínteres y, alrededor de los dos años y medio, también el control nocturno. Esta adquisición será aún frágil, de manera que cualquier cambio en el entorno del niño puede hacerle retroceder. En ese caso, se hace necesario ser muy comprensivo con él y no dramatizar más de la cuenta pues, en breve, volverá a recuperar dicho control.
Para que el niño vaya avanzando en su autonomía, habrá que asegurar que su curiosidad natural no se vea frenada, siempre y cuando no se ponga en peligro su seguridad ni la de los demás. Será esta curiosidad la que le impulsará a seguir aprendiendo. En la medida de lo posible, no deje a su alcance objetos susceptibles de prohibírsele, por peligrosos o frágiles. Si ello ocurre, es más conveniente distraer su interés hacia otro objeto antes que usar la prohibición.
El niño entra ahora en la llamada "fase del negativismo" o de oposición, en la que la actitud predominante va a ser de protesta o negación ante lo que se le dice o se pretende que haga. Su afán por demostrar su independencia, le hará a veces hacer sólo cosas prohibidas. El conocer la existencia de esta "crisis de los tres años" hará su obstinación más llevadera y comprensible. Un enfrentamiento rígido y abierto a su oposición sólo hará más difíciles las cosas y no le ayudará a superar esta fase. Si entra en rabietas, por pretender la satisfacción inmediata de sus deseos, habrá que intentar mantener la calma, sin intentar razonar con él, ni pegarle, y dejar pasar el momento crítico sin ceder en el motivo que la ha generado.
El niño de esta edad, generalmente, juega solo o junto a otro niño, en paralelo. No sabe aún compartir sus juegos ni sus juguetes con otros niños. Durante el mismo, cambiará con frecuencia de una actividad a otra, aunque predominarán las llamadas"actividades motoras importantes", tales como correr, trepar, arrastrar, y otras similares. En esta "edad mágica", el niño creerá todo lo que se dice. De ahí, que no debamos abusar de su credulidad: jamás le amenazaremos con la presencia de personajes malvados, ni con nuestro abandono o pérdida de nuestro afecto, pues el niño teme ser realmente abandonado. Es por ello que no debe utilizarse el miedo para hacerle desistir de aquellas conductas "no convenientes".
En este período, existe entre los niños gran desigualdad respecto al lenguaje. La estimulación del medio marca las diferencias, así como el nivel de inteligencia y de afectividad del niño. A esta edad, el vocabulario aumenta considerablemente: se pasa de las 150 palabras (a los dos años) a unas 1500 (a los tres años), aproximadamente. Podemos contribuir a enriquecer su lenguaje, hablándole, describiéndole las cosas que ve, lo que hace o ve hacer, siempre pronunciando con claridad y respondiendo a sus constantes preguntas. También es importante procurar no anticiparse a sus deseos antes de que los exprese verbalmente, ya que ello le llevará a ejercitar más el lenguaje.
El niño empezará a conocerse a sí mismo al final del segundo año, primero exteriormente, y luego interiormente. A los dos años reconocerá a otras personas. No debe olvidarse que los padres son los modelos a seguir por lo que hacen más que por lo que dicen. Asimismo, es conveniente favorecer el acercamiento del padre del mismo sexo al niño, para ir favoreciendo su identidad.
Desarrollo psicológico del niño de 3 a 4 años
Esta etapa es un punto culminante en el desarrollo del niño. Es un momento crucial en el que se produce la toma de conciencia de sí mismo y una re estructuración global de todas las funciones psíquicas. Lo anterior puede reconocerse en el uso que el niño hace de los pronombres personales, puesto que ya hacia el final del tercer año, el niño empezará a hablar de sí mismo en primera persona y no en tercera. Su lenguaje va perfeccionándose, sobre todo a nivel de construcción: utiliza artículos, preposiciones y conjunciones. Se produce un importante cambio: el niño es ahora capaz de representar en su pensamiento la acción que va a realizar antes de realizar), así como expresar mediante el lenguaje hechos pasados. Plantea, incansablemente, preguntas (los conocidos "por qué") a las que habrá que intentar responder. Deberemos intentar ampliar al máximo la respuesta, contribuyendo así a desarrollar el lenguaje y su inteligencia. También a esta edad hay mejor y mayor coordinación en sus movimientos: el niño sube y baja escaleras alternando los pies, abrocha y desabrocha sus botones, y realiza otras acciones similares.
Normalmente, a esta edad suele haber terminado la etapa del "no" o del negativismo, lo que hace que el niño sea más fácil de tratar. Va apareciendo el juego con otros niños, aunque le sigue gustando el juego en paralelo, así como el solitario. Muestra grandes dosis de imaginación en su juego y suele cambiar a menudo de juego; sin embargo, dedica cada vez más tiempo a la misma actividad. La línea de la"normalidad" de esa imaginación vendrá marcada por el hecho de si el niño sabe o no que está jugando. A esta edad el niño sigue creyendo todo lo que le digamos, por lo que no hay que aprovecharse de ello para chantajearle o amedrentarle con la aparición de personajes malos con el objetivo de conseguir nuestros fines o de hacerle desistir de los suyos. En este momento suelen aparecer los miedos con mayor intensidad que a los dos o a los cuatro años y el niño puede incluso expresarlos verbalmente.
También a esta edad se inicia el curso escolar. La actitud que adopten los padres ante esta nueva situación marcará la actitud del niño. Hay que intentar no sobreprotegerle, pues con ello no favoreceríamos su autonomía; al contrario, le perjudicaríamos acentuando más su inseguridad. Es importante no retrasarse a la hora de recogerle, pues el mayor de los temores del niño es el del abandono. Si cuenta con la presencia de un hermano mayor, todo será más fácil, pues en él habrá un fuerte deseo de imitarle en todo y también en ello. No para todos los niños es fácil el inicio escolar; para algunos supone un auténtico trauma que habrá que ayudar a superar. El niño podrá manifestar dicho rechazo mostrándose más agresivo, comportándose como si volviese a ser más pequeño de lo que en realidad es o teniendo pesadillas.
Normalmente, a esta edad suele haber terminado la etapa del "no" o del negativismo, lo que hace que el niño sea más fácil de tratar. Va apareciendo el juego con otros niños, aunque le sigue gustando el juego en paralelo, así como el solitario. Muestra grandes dosis de imaginación en su juego y suele cambiar a menudo de juego; sin embargo, dedica cada vez más tiempo a la misma actividad. La línea de la"normalidad" de esa imaginación vendrá marcada por el hecho de si el niño sabe o no que está jugando. A esta edad el niño sigue creyendo todo lo que le digamos, por lo que no hay que aprovecharse de ello para chantajearle o amedrentarle con la aparición de personajes malos con el objetivo de conseguir nuestros fines o de hacerle desistir de los suyos. En este momento suelen aparecer los miedos con mayor intensidad que a los dos o a los cuatro años y el niño puede incluso expresarlos verbalmente.
También a esta edad se inicia el curso escolar. La actitud que adopten los padres ante esta nueva situación marcará la actitud del niño. Hay que intentar no sobreprotegerle, pues con ello no favoreceríamos su autonomía; al contrario, le perjudicaríamos acentuando más su inseguridad. Es importante no retrasarse a la hora de recogerle, pues el mayor de los temores del niño es el del abandono. Si cuenta con la presencia de un hermano mayor, todo será más fácil, pues en él habrá un fuerte deseo de imitarle en todo y también en ello. No para todos los niños es fácil el inicio escolar; para algunos supone un auténtico trauma que habrá que ayudar a superar. El niño podrá manifestar dicho rechazo mostrándose más agresivo, comportándose como si volviese a ser más pequeño de lo que en realidad es o teniendo pesadillas.
Desarrollo psicológico del niño de 4 a 5 años
El niño de esta edad sigue disfrutando con las actividades físicas, tales como trepar, columpiarse, deslizarse, además de otras similares, y aunque su juego es todo movimiento, lo combina con actividades más tranquilas. Es capaz de dedicar más tiempo continuado a una sola tarea. Asimismo, muestra mayor autonomía, tanto a nivel motriz como afectivo. Va perfeccionando poco a poco su habilidad manual o motricidad fina. Lenguaje y memoria también se desarrollan mucho a esta edad. En el lenguaje apenas comete errores, acercándose casi totalmente al lenguaje adulto. Si éstos se detectan deberían ser signo de alarma y motivo de consulta con el especialista infantil. No debe abandonarse la evolución del trastorno al azar; es conveniente reeducar el lenguaje del niño antes de que se inicie en el aprendizaje de la lecto-escritura, lo contrario agravaría su problema. En cuanto a la memoria, no olvidemos que retendrá siempre con más facilidad aquello que sea de su interés y ahora lo hará claramente.
Sus juegos reflejan la gran imaginación que tiene, llegando a confundir lo real con lo irreal. También demuestran claramente lo que llamamos "juego simbólico", es decir, aquel en el que el niño asigna a cada objeto o juguete de su actividad un papel o rol. Es a través de este juego que el niño expresa sus conflictos internos, sus deseos y miedos, por lo que observar este tipo de juego puede ser de gran ayuda para conocer cómo vive el niño lo que ocurre a su alrededor. Por lo general, a los niños de esta edad les cuesta compartir sus juguetes con otros niños, y necesitan llevarlos consigo adonde vayan. Son muy sociables; y aún cuando realicen una actividad individual junto a otro niño, suele ir conversando con aquel. Son muy habladores y preguntones: de esta edad suelen ser los más famosos e inacabables "por qué", que se han iniciado el año anterior
Los temores que puede llegar a sentir de forma más acusada suelen ser producto de su imaginación. Demuestra sus miedos, los que suelen ser específicos: miedo a la oscuridad, a los animales, a los truenos, etc. Hay una gran necesidad de afirmarse como persona: ahora es capaz de imitar a los adultos en muchas cosas. La identificación con éstos va a ser fundamental en su evolución. Generalmente, se identificará con el progenitor del mismo sexo, lo cual le ayudará a aceptar el suyo propio. Si faltase dicho progenitor debería fomentarse la identificación con otro adulto del mismo sexo que el niño. Otras identificaciones complementarias, con hermanos, abuelos, maestros y otros contribuirán a acabar de perfilar las características del niño. Son estas últimas las que explican la diversidad de caracteres entre hermanos.
Alrededor de los 4 años, el niño descubre de forma natural la diferencia anatómica entre los diferentes sexos, lo que se convierte en uno de sus principales intereses. Intentará verificar cada vez que le sea posible esas diferencias, tanto con otros niños como con sus padres, por lo que es algo completamente natural el hacerlo. En el dibujo de la figura humana, es capaz de representar aquellas partes del cuerpo que conoce bien, y a medida que va conociendo más, va completando su dibujo.
Sus juegos reflejan la gran imaginación que tiene, llegando a confundir lo real con lo irreal. También demuestran claramente lo que llamamos "juego simbólico", es decir, aquel en el que el niño asigna a cada objeto o juguete de su actividad un papel o rol. Es a través de este juego que el niño expresa sus conflictos internos, sus deseos y miedos, por lo que observar este tipo de juego puede ser de gran ayuda para conocer cómo vive el niño lo que ocurre a su alrededor. Por lo general, a los niños de esta edad les cuesta compartir sus juguetes con otros niños, y necesitan llevarlos consigo adonde vayan. Son muy sociables; y aún cuando realicen una actividad individual junto a otro niño, suele ir conversando con aquel. Son muy habladores y preguntones: de esta edad suelen ser los más famosos e inacabables "por qué", que se han iniciado el año anterior
Los temores que puede llegar a sentir de forma más acusada suelen ser producto de su imaginación. Demuestra sus miedos, los que suelen ser específicos: miedo a la oscuridad, a los animales, a los truenos, etc. Hay una gran necesidad de afirmarse como persona: ahora es capaz de imitar a los adultos en muchas cosas. La identificación con éstos va a ser fundamental en su evolución. Generalmente, se identificará con el progenitor del mismo sexo, lo cual le ayudará a aceptar el suyo propio. Si faltase dicho progenitor debería fomentarse la identificación con otro adulto del mismo sexo que el niño. Otras identificaciones complementarias, con hermanos, abuelos, maestros y otros contribuirán a acabar de perfilar las características del niño. Son estas últimas las que explican la diversidad de caracteres entre hermanos.
Alrededor de los 4 años, el niño descubre de forma natural la diferencia anatómica entre los diferentes sexos, lo que se convierte en uno de sus principales intereses. Intentará verificar cada vez que le sea posible esas diferencias, tanto con otros niños como con sus padres, por lo que es algo completamente natural el hacerlo. En el dibujo de la figura humana, es capaz de representar aquellas partes del cuerpo que conoce bien, y a medida que va conociendo más, va completando su dibujo.
Desarrollo psicológico del niño de 5 a 6 años
Los niños de esta edad son muy diferentes los unos de los otros, sin embargo, se puede decir que es una edad más fácil, más conformista. La motricidad es más tranquila, por lo que puede disfrutar en espacios reducidos, y sigue perfeccionándose. El niño expresa en sus dibujos lo que se conoce como "realismo intelectual", es decir, lo que dibuja no es la realidad objetiva en sí, sino los objetos tal y como son para él, es decir, lo que él sabe de ese objeto. Esto hace que se observen transparencias entre un objeto y otro, desproporciones, falta de planos y otros fallos similares. El niño expresa con sus dibujos lo que no puede expresar de otro modo.
En esta edad, los conocimientos adquiridos hasta ahora se organizan y solidifican. La lateralidad o predominio del lado derecho o izquierdo (de mano, ojo y pie), suele estar bastante definida, por lo que el niño utiliza más y es más hábil con su mano dominante. Este proceso se va completando hasta los 6 años, y debe estar claro antes de que se produzca el aprendizaje de la lecto-escritura, puesto que una lateralidad poco clara complicaría los aprendizajes y repercutiría en otras áreas de su vida. En caso de que ello ocurra, se le debe ayudar a lateralizarse, de modo que descubra cuál es su lado dominante. Es importante destacar que los niños de esta edad todavía no reconocen la derecha e izquierda en el cuerpo de los otros.
En el juego, se observan diferentes intereses según se trate de niños o niñas, sin embargo, en ambos casos, aparecen los amigos inseparables del mismo sexo. Les gustan mucho los cuentos, pues aunque aún no saben leer pasan largos ratos mirando los dibujos. Les gusta terminar lo que han empezado, tanto en el juego como en la conversación, y les molesta dejar algo a medias. Se encuentran en una actitud muy receptiva, en la que el mundo externo es muy importante. Si a esta edad se detectan defectos de pronunciación en el lenguaje es necesario consultar a un especialista infantil.
En esta edad, los conocimientos adquiridos hasta ahora se organizan y solidifican. La lateralidad o predominio del lado derecho o izquierdo (de mano, ojo y pie), suele estar bastante definida, por lo que el niño utiliza más y es más hábil con su mano dominante. Este proceso se va completando hasta los 6 años, y debe estar claro antes de que se produzca el aprendizaje de la lecto-escritura, puesto que una lateralidad poco clara complicaría los aprendizajes y repercutiría en otras áreas de su vida. En caso de que ello ocurra, se le debe ayudar a lateralizarse, de modo que descubra cuál es su lado dominante. Es importante destacar que los niños de esta edad todavía no reconocen la derecha e izquierda en el cuerpo de los otros.
En el juego, se observan diferentes intereses según se trate de niños o niñas, sin embargo, en ambos casos, aparecen los amigos inseparables del mismo sexo. Les gustan mucho los cuentos, pues aunque aún no saben leer pasan largos ratos mirando los dibujos. Les gusta terminar lo que han empezado, tanto en el juego como en la conversación, y les molesta dejar algo a medias. Se encuentran en una actitud muy receptiva, en la que el mundo externo es muy importante. Si a esta edad se detectan defectos de pronunciación en el lenguaje es necesario consultar a un especialista infantil.
Desarrollo psicológico del niño de 6 a 7 años
Esta es una edad algo difícil pues en ella se producen cambios bruscos y las exigencias sobre el niño son mayores. El niño se muestra hipersensible, susceptible e irritable, por lo que es recomendable cuidar mucho las reacciones ante sus acciones o errores. Es el momento en que caen los dientes de leche y empiezan a salir los primeros molares definitivos. Todo el organismo se hace hipersensible por lo que son frecuentes las molestias físicas, de todo tipo. Debe darse al niño los cuidados que precise, pero sin sobreproteger, de modo de no favorecer la fragilidad. El ejercicio y una buena alimentación son de mucha utilidad. Hay nuevos progresos motrices, por lo que participan en juegos de gran derroche físico. Se distraen fácilmente y su impulsividad les hace no percibir adecuadamente los peligros, por lo que puede ser recomendable mantener cierta vigilancia o supervisión adulta.
Los niños de esta edad presentan bruscos cambios de humor que les hacen rechazarlo todo y no querer nada, en un ciclo seguido de arrepentimientos y acercamiento social. Continúan sometidos a lo que perciben de forma inmediata, sin ser capaces aún de corregir esa percepción mediante el razonamiento lógico. Inician su etapa escolar enfrentándose a más exigencias, por lo que se deberá facilitar su adaptación hablándole sobre este cambio: dónde irá, con quién, qué hará, etc. Con frecuencia a esta edad se da una nueva fase de "por qué”, la que debe aprovecharse para favorecer el desarrollo de sus conocimientos . El niño sabe ya conversar con fluidez, y muestra interés por los cuentos clásicos, la naturaleza, los animales, las plantas y todo lo que le rodea. Conoce algunos cuentos de memoria y es capaz de contarlos.
El principal objetivo de esta etapa es el aprendizaje de la lecto-escritura. Ello tomará pcoo tiempo si el niño está maduro y se cumplen las siguientes condiciones: dominio suficiente del lenguaje hablado, inteligencia en el nivel analítico (que sea capaz, por ejemplo, de aislar y diferenciar formas, componer y descomponer grupos de letras y otras operaciones similares), buena lateralización, buena organización del espacio y del tiempo, visión y audición normales y buena psicomotricidad. Es importante no forzar al niño a iniciarse en la lectura sólo por el hecho de tener 6 años, sino verificar que el niño tenga la madurez adecuada para ello, revisar las condiciones mencionadas y trabajar la o las que falten, para que más adelante pueda darse dicho aprendizaje sin problemas. Forzar al niño y dramatizar su fracaso en la lectura, sólo provocaría en él un rechazo total hacia todo lo relacionado, viéndose afectado su éxito escolar. El cálculo es el otro aprendizaje clave del período (clasificar, ordenar, aprender las series de números), que requiere las mismas condiciones mencionadas para la lectoescritura.
Los niños de esta edad presentan bruscos cambios de humor que les hacen rechazarlo todo y no querer nada, en un ciclo seguido de arrepentimientos y acercamiento social. Continúan sometidos a lo que perciben de forma inmediata, sin ser capaces aún de corregir esa percepción mediante el razonamiento lógico. Inician su etapa escolar enfrentándose a más exigencias, por lo que se deberá facilitar su adaptación hablándole sobre este cambio: dónde irá, con quién, qué hará, etc. Con frecuencia a esta edad se da una nueva fase de "por qué”, la que debe aprovecharse para favorecer el desarrollo de sus conocimientos . El niño sabe ya conversar con fluidez, y muestra interés por los cuentos clásicos, la naturaleza, los animales, las plantas y todo lo que le rodea. Conoce algunos cuentos de memoria y es capaz de contarlos.
El principal objetivo de esta etapa es el aprendizaje de la lecto-escritura. Ello tomará pcoo tiempo si el niño está maduro y se cumplen las siguientes condiciones: dominio suficiente del lenguaje hablado, inteligencia en el nivel analítico (que sea capaz, por ejemplo, de aislar y diferenciar formas, componer y descomponer grupos de letras y otras operaciones similares), buena lateralización, buena organización del espacio y del tiempo, visión y audición normales y buena psicomotricidad. Es importante no forzar al niño a iniciarse en la lectura sólo por el hecho de tener 6 años, sino verificar que el niño tenga la madurez adecuada para ello, revisar las condiciones mencionadas y trabajar la o las que falten, para que más adelante pueda darse dicho aprendizaje sin problemas. Forzar al niño y dramatizar su fracaso en la lectura, sólo provocaría en él un rechazo total hacia todo lo relacionado, viéndose afectado su éxito escolar. El cálculo es el otro aprendizaje clave del período (clasificar, ordenar, aprender las series de números), que requiere las mismas condiciones mencionadas para la lectoescritura.
Desarrollo Psicológico del niño de 7 a 8 años
El niño de 7 años se muestra más tranquilo que en el año anterior, se mueve menos. Controla más su comportamiento. Muchos de los hábitos los realiza ya sólo: lavarse, vestirse,... pero aún precisa ayuda para hacer correctamente otros como bañarse,...
Conoce las distintas partes de su cuerpo y de sus articulaciones (codos, rodillas, cadera,...). Distingue con claridad el lado derecho y el izquierdo, tanto sobre sí mismo como en relación a otros. Si no es así, se verán complicados los demás aprendizajes escolares, tal y como hemos indicado en anteriores edades. A nivel de inteligencia, hay un importante cambio: alcanza las llamadas "operaciones concretas". Ello significa que se pasa a la reflexión y la comprensión lógica de las cosas; empieza a poder ponerse en el punto de vista del otro. Disminuye, en contrapartida, el pensamiento mágico.
El niño de esta edad sabe clasificar y hacer series, así como establecer correlaciones entre 2 o más series de objetos. Se desarrolla más la conciencia de sí mismo y la de la conciencia moral. Se siente más responsable de sus acciones y de sus cosas. Participa en el juego de los compañeros de su edad, respetando las reglas establecidas. Este espíritu de participación y cooperación se hará notar también en al familia; será un buen momento para favorecer y fomentar sus iniciativas.
Domina mejor sus emociones delante de los demás, así como sus miedos. Muestra más pudor en mostrar su cuerpo; no le gusta desvestirse delante de otras personas. Asimismo expresa gran interés por todo lo relacionado con el cuerpo (embarazo, nacimiento, cambios,...). A esta edad, el niño debe haber aceptado el sexo al que pertenece, identificándose con el progenitor de su mismo sexo. Normalmente, esto ya se produce en torno a los 4-5 años. Se propiciará realizar actividades conjuntas que les haga tener cierta complicidad. Ante todo, para contribuir a su progresiva madurez, se fomentará el deseo de hacerse adulto y de reafirmarse como persona.
Conoce las distintas partes de su cuerpo y de sus articulaciones (codos, rodillas, cadera,...). Distingue con claridad el lado derecho y el izquierdo, tanto sobre sí mismo como en relación a otros. Si no es así, se verán complicados los demás aprendizajes escolares, tal y como hemos indicado en anteriores edades. A nivel de inteligencia, hay un importante cambio: alcanza las llamadas "operaciones concretas". Ello significa que se pasa a la reflexión y la comprensión lógica de las cosas; empieza a poder ponerse en el punto de vista del otro. Disminuye, en contrapartida, el pensamiento mágico.
El niño de esta edad sabe clasificar y hacer series, así como establecer correlaciones entre 2 o más series de objetos. Se desarrolla más la conciencia de sí mismo y la de la conciencia moral. Se siente más responsable de sus acciones y de sus cosas. Participa en el juego de los compañeros de su edad, respetando las reglas establecidas. Este espíritu de participación y cooperación se hará notar también en al familia; será un buen momento para favorecer y fomentar sus iniciativas.
Domina mejor sus emociones delante de los demás, así como sus miedos. Muestra más pudor en mostrar su cuerpo; no le gusta desvestirse delante de otras personas. Asimismo expresa gran interés por todo lo relacionado con el cuerpo (embarazo, nacimiento, cambios,...). A esta edad, el niño debe haber aceptado el sexo al que pertenece, identificándose con el progenitor de su mismo sexo. Normalmente, esto ya se produce en torno a los 4-5 años. Se propiciará realizar actividades conjuntas que les haga tener cierta complicidad. Ante todo, para contribuir a su progresiva madurez, se fomentará el deseo de hacerse adulto y de reafirmarse como persona.
Desarrollo psicológico del niño de 8 a 9 años
El niño de 8 años se comporta de forma más independiente y se relaciona con diferentes personas de su grupo, mostrándose más flexible en su conducta social. Se siente más seguro de sí, y ello le hace acercarse con más seguridad, deseando para sí mismo un trato de mayor proximidad al mundo adulto. Tiende a expresarse verbalmente con gran facilidad. Colabora y participa más en las tareas de casa, por lo que es un buen momento para asignarle tareas que pueda desarrollar sin problema, y que le hagan sentirse útil. La participación es algo muy intenso en este período, por lo que debe ser signo de alerta y motivo de consulta el que un niño de esta edad no participe en las actividades sociales o se aísle por miedo.
El niño de esta edad se inicia en el concepto de la "relatividad" de las cosas, siendo capaz de contemplar una situación desde distintos puntos de vista. Asimismo, desarrolla su razonamiento lógico, lo que le lleva a intervenir y discutir más sobre las explicaciones de los adultos. Va desarrollando así su espíritu crítico. Va desarrollando cada vez más la responsabilidad por sus actos, lo cual hace que se desarrolle un menor número de situaciones conflictivas. Los niveles de madurez, las experiencias y las condiciones familiares marcan las variaciones individuales que es posible apreciar en los niños de esta edad.
Muestra gran interés por todos los fenómenos de la naturaleza, lo que debe ser aprovechado al máximo para hacerle avanzar en sus aprendizajes y en el conocimiento del mundo que le rodea. Se interesa, asimismo, por la información de tipo sexual. Puede probar con distintas acrobacias físicas como un modo de mostrar sus habilidades. Por esto es necesario educarle en la prudencia y en la autoproteción para así evitar peligros innecesarios. Es un muy buen momento para insistir en la práctica de algún deporte, lo que le ayudaría a descargar su exceso de energía, beneficiando su equilibrio y el control de sí mismo.
El niño de esta edad se inicia en el concepto de la "relatividad" de las cosas, siendo capaz de contemplar una situación desde distintos puntos de vista. Asimismo, desarrolla su razonamiento lógico, lo que le lleva a intervenir y discutir más sobre las explicaciones de los adultos. Va desarrollando así su espíritu crítico. Va desarrollando cada vez más la responsabilidad por sus actos, lo cual hace que se desarrolle un menor número de situaciones conflictivas. Los niveles de madurez, las experiencias y las condiciones familiares marcan las variaciones individuales que es posible apreciar en los niños de esta edad.
Muestra gran interés por todos los fenómenos de la naturaleza, lo que debe ser aprovechado al máximo para hacerle avanzar en sus aprendizajes y en el conocimiento del mundo que le rodea. Se interesa, asimismo, por la información de tipo sexual. Puede probar con distintas acrobacias físicas como un modo de mostrar sus habilidades. Por esto es necesario educarle en la prudencia y en la autoproteción para así evitar peligros innecesarios. Es un muy buen momento para insistir en la práctica de algún deporte, lo que le ayudaría a descargar su exceso de energía, beneficiando su equilibrio y el control de sí mismo.
Desarrollo psicológico del niño de 9 a 10 años
Los niños de esta edad se comparan constantemente con los demás para autoanalizarse y valorar su aceptación social. En esta edad ellos van configurando su personalidad, por lo que se pueden notar con claridad sus cualidades y actitudes. Muestran entusiasmo por las cosas y una gran cantidad de energía física, lo que hace aconsejable la práctica de algún deporte que facilite la descarga y el autodominio. Suelen comer bien, por lo que el rechazo o la voracidad hacia la comida tiene más bien un significado afectivo, como oposición a los padres. A veces, el conflicto viene de muy lejos, de los primeros años de infancia.
En este período la autoridad de los padres deja su protagonismo para dejar espacio a la propia autoridad interna del niño, que cada vez le irá guiando más en sus acciones. Necesita decidir por sí mismo cómo actuar y no le gusta que sus padres reaccionen con autoridad excesiva. En cuanto al desarrollo de su inteligencia, presenta importantes avances:
Los padres deben procurar que el niño mantenga interés por todas las materias escolares y apoyarle en aquellas en las que presente mayores dificultades. Esto ayudará a disminuir o evitar el fracaso escolar y a mantener su interés por aprender cosas nuevas. Si se observa un cambio negativo en un niño que siempre ha sido exitoso en el ámbito escolar, se debe intervenir inmediatamente a través de un psicólogo infantil que pueda analizar e intervenir, ya que esta situación podría condicionar el resto de su vida escolar.
A esta edad, las niñas suelen ser mucho más maduras que los niños, y dedican casi el mismo tiempo a hablar que a jugar. Se fijan mucho en la ropa que visten, y es el período en que aparece la llamada “amiga íntima”. Los niños, en cambio, corren sin parar, hacen rabiar a los grupos de niñas y prefieren los grupos pequeños a las parejas en lo que a juegos se refiere.
En este período la autoridad de los padres deja su protagonismo para dejar espacio a la propia autoridad interna del niño, que cada vez le irá guiando más en sus acciones. Necesita decidir por sí mismo cómo actuar y no le gusta que sus padres reaccionen con autoridad excesiva. En cuanto al desarrollo de su inteligencia, presenta importantes avances:
- sabe contar sin utilizar los dedos.
- soluciona problemas matemáticos en los que se combinan diferentes operaciones.
- comprende la relación causa-efecto.
- es capaz de razonar, analizar y extraer conclusiones, aunque sobre hechos o cosas concretas, pues aún no puede hacerlo en abstracto.
Los padres deben procurar que el niño mantenga interés por todas las materias escolares y apoyarle en aquellas en las que presente mayores dificultades. Esto ayudará a disminuir o evitar el fracaso escolar y a mantener su interés por aprender cosas nuevas. Si se observa un cambio negativo en un niño que siempre ha sido exitoso en el ámbito escolar, se debe intervenir inmediatamente a través de un psicólogo infantil que pueda analizar e intervenir, ya que esta situación podría condicionar el resto de su vida escolar.
A esta edad, las niñas suelen ser mucho más maduras que los niños, y dedican casi el mismo tiempo a hablar que a jugar. Se fijan mucho en la ropa que visten, y es el período en que aparece la llamada “amiga íntima”. Los niños, en cambio, corren sin parar, hacen rabiar a los grupos de niñas y prefieren los grupos pequeños a las parejas en lo que a juegos se refiere.
Desarrollo psicológico del niño de 10 a 11 años
Los niños de 10 y 11 años atraviesan una etapa en la que cognitivamente, ya están entrando en la etapa llamada de las operaciones formales, por parte de Jean Piaget. El niño comienza a realizar operaciones y conceptos de mayor complejidad.
A nivel emocional o afectivo, comienza la etapa genital del desarrollo psicosexual, con lo cual se ingresa a la adolescencia. El grupo de pares comienza a jugar un rol muy importante y los procesos identificatorios comienzan a operar de forma pronunciada.
El niño de diez u once años empieza a tomar conciencia de que está dejando de ser niño o más bien a percibir cambios físicos importantes. Es así que si bien su cerebro aún piensa como niño, su físico ya dejará de ser el de un niño para pasar a ser el de un adulto poco a poco. Esto puede variar según el niño, pero a partir de los 10 y 11 años hasta los 12 o 13, es que el cuerpo sufre varios cambios, que de alguna forma van a alterar al niño y lo pueden tornar algo torpe en sus movimientos. El niño comenzará a hacer un duelo por la niñez que está perdiendo y comenzará a preocuparse por crear su propia identidad separándose de forma más pronunciada del grupo familiar aunque esto puede variar según el niño.
A nivel emocional o afectivo, comienza la etapa genital del desarrollo psicosexual, con lo cual se ingresa a la adolescencia. El grupo de pares comienza a jugar un rol muy importante y los procesos identificatorios comienzan a operar de forma pronunciada.
El niño de diez u once años empieza a tomar conciencia de que está dejando de ser niño o más bien a percibir cambios físicos importantes. Es así que si bien su cerebro aún piensa como niño, su físico ya dejará de ser el de un niño para pasar a ser el de un adulto poco a poco. Esto puede variar según el niño, pero a partir de los 10 y 11 años hasta los 12 o 13, es que el cuerpo sufre varios cambios, que de alguna forma van a alterar al niño y lo pueden tornar algo torpe en sus movimientos. El niño comenzará a hacer un duelo por la niñez que está perdiendo y comenzará a preocuparse por crear su propia identidad separándose de forma más pronunciada del grupo familiar aunque esto puede variar según el niño.